Antiguamente, los cospeles o discos de metal en blanco se recortaban con tijeras de planchas de metal preparadas a golpe de martillo.
[caption id="attachment_9970" align="alignleft" width="289"] Recortador de cospeles a tijeras (Iglesia románica de Santiago del s.XIII, en Carrión de los Condes, Palencia)[/caption]
Durante el siglo XVII, y de forma más generalizada durante el XVIII, la laminación manual fue dando paso a la laminación a molino en las casas de moneda. Este tipo de laminación mecánica, al llegar a su máximo perfeccionamiento, aseguraba que el espesor de la lámina de metal fuera fijo. Esta aparente nimiedad había impedido hasta entonces que el recorte de los cospeles de las láminas e metal se realizase mediante alguna máquina o artilugio de recorte perfectamente redondo, pues habría sido un despropósito cortar cospeles redondo que luego habría que recortar para ajustarlos al peso.
En las fábricas mecanizadas, el recorte de la moneda ya acuñada o cospel, según el caso, se ejecutaban en diferentes momentos de acuerdo con la técnica de acuñación que se utilizaba la ceca, siendo similares la máquinas recordadoras usadas en un caso u otro. La primera técnica desarrollada era la de la acuñación a rodillo en ingenios, sistema propio del Real Ingenio desde 1586 hasta 1771, donde se imprimía el diseño de la moneda en la lámina de metal, y después se recortaba cada pieza. Las primeras máquinas para recortar las monedas en el Real Ingenio fueron traídas con el resto de la maquinaria desde la Ceca de Hall en Tirol, ya que jamás se había usado antes un recortador mecánico en ninguna ceca española.
[caption id="attachment_9981" align="alignleft" width="658"] Dibujo de un operario recortando cospeles (Jorge Soler), y trozo de la cizalla en el que se ve que una moneda había sido recortada y dos rechazadas por haber salido incompleta (M.C.M).[/caption]
Más tarde cuando se comenzó a acuñar en prensas de volante, el cospel se recortaba primero del riel, y luego era cerrillado, recocido u blanqueado antes de ser acuñado con el diseño de la moneda en el volante.
Como ya hemos mencionado cuando tratábamos de la cizalla, el recorte de monedas acuñadas a rodillo estaba sujeto al emplazamiento lineal de las monedas sobre el riel. Cuando se recortaba el cospel primero, el operario podía aprovechar cualquier espacio en el riel para sacar el disco, lo que reducía notablemente la cantidad de cizalla restante.
No obstante el proceso arriba descrito, es posible que en algunas fábricas, la moneda de vellón o cobre, que tenía unas tolerancias de peso mayores, fuese recortada con algún tipo de taladro u otro mecanismo en la época de la acuñación a martillo.
Uno de los inventos de Leonardo da Vinci fue precisamente un taladro para recortar cospeles, lo que demuestra que no se usaba en su entorno cercano, pero no sabemos si se usó después.
El recortador o recordadora de cospeles, aunque se rige por un principio muy semejante al de las prensas de volante, podría haberse utilizado mucho antes que éstas, pues el corte necesitaba una fuerza menor que la de la acuñación, aunque sabemos que las grandes piezas de oto y plata (centenes y cincuentines) no podrían ser cortadas con una de estas máquinas. Ya hemos visto que no tenía sentido la perfección en el corte si no iba acompañada de precisión en el laminado.
Solo hay que destacar que el husillo de la cortadora se diferencia del de la prensa de volante en la inclinación de la rosca, pues mientras en la acuñadora se busca un golpeo violento, en la cortadora no importa o incluso es preferible que el corte se produzca de una manera más suave, por presión.
07 Abr 2020
Casa de Moneda