Segovia es un ejemplo más de la amalgama de culturas y religiones que durante un gran tiempo convivieron como una aleación en España. La historia suele hacer más hincapié en los conflictos, cubriendo con un velo los periodos más productivos de la paz social que tanto sirvió para el renacer económico en la baja Edad Media.
En otros viajes hemos disfrutado de otros bellos parajes de Castilla y León, visitando Burgos, Ciudad Rodrigo, Zamora, la Sierra de la Demanda, Benavente, Salamanca o León, y esta vez los pasos nos han conducido a una de las ciudades más bellas de España: Segovia.
Segovia merece más que ese día de ajetreada excursión o tour frenético que pretende asimilar en unas horas el ritmo pausado de una ciudad donde los estratos de historia son tan densos que obligan a degustarlos con calma. Más allá de la belleza incuestionable del Acueducto y del Alcazar, hay itinerarios que nos conducen a través de la judería, paseos tocando las robustas murallas, y pequeñas excursiones fuera del centro histórico que nos brindan algunas de las mejores estampas de sus monumentos perfilados en el horizonte.
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