«¿Onde vai aquel Romeiro? / ¿meu Romeiro, onde irá? /
¡Camino de Compostela. / No sei se aló chegará! /
Os pes leva cheos de sangre, / Xa non pode máis andar…».
Con la intención de que el peregrino que narra el romance anónimo de D. Gaiferos camine sin pérdida al encuentro del apóstol Santiago, el Ayuntamiento de Segovia ha señalizado su paso por el término municipal. Mojones de granito en campo abierto y por el recinto urbano conchas en el suelo guiarán nuestros pasos.
El Camino es joven. Se traza por iniciativa de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid. El paso por la provincia de Segovia corresponde a una parte de los 320 kilómetros que median entre Madrid y Sahagún en León, donde se une al tradicional Camino Francés. Nos saluda en el Puerto de la Fuenfría y se despide por el término de Villeguillo en Tierra de Pinares, tras 85 kilómetros aproximados de andadura. La idea, deseo y realidad es llegar a Santiago de Compostela desde casa. «…no en vano el peregrino de siempre fue eso lo que hizo, peregrinar desde la misma puerta de su casa hasta Compostela…».
El kilómetro cero del Camino, parte de la Iglesia de Santiago y San Juan Bautista, situada en la plaza del primero de ellos, cercana a la plaza de Oriente, en el corazón del Madrid de los Austrias. Abandona la Villa por la Castellana y dirección Fuencarral, Tres Cantos y Colmenar se orienta a la sierra del Guadarrama en busca de Manzanares El Real, Mataelpino, Navacerrada y Cercedilla. Abandona la provincia de Madrid por el Puerto de la Fuenfría, como hemos indicado.
Pasado el Puerto de la Fuenfría (1.790 m de altitud), los densos pinares de Valsaín acogen al caminante con su perenne verdor. La calzada romana, indicada en el Itinerario de Antonino, nos depositará sin pérdida en la Cruz de la Gallega. Uno de los topónimos provinciales que hace referencia a las tierras que intentamos alcanzar.
Habremos dejado atrás las ruinas del pabellón de caza de Casaras, edificio construido en la Edad Media a propuesta del secretario real Francisco Eraso, para solaz cinegético de la realeza y la pradera de la Fuenfría donde, a buen seguro, antaño, muchos caminantes encontrarían refugio en la venta que allí se encontraba. Cercana a ella la Fuente de la Reina refresca al caminante. Aunque hemos de tener cuidado, también era conocida como Matagallegos.
El Camino continúa bajo las Camorcas, pasando posteriormente junto a la fuente del Alto del Pájaro para llegar a la loma citada descendiendo hacia la capital por el cordel de Nava el Rincón. Vía pecuaria que, pasada la fuente que mana en la ladera del monte de Matabueyes, cristianada como de San Pedro, enlaza con la Cañada Real Soriana Occidental o Vera de la Sierra, junto a las ruinas del esquileo del Marqués de Iturbieta y Venta de Santillana.
Posteriormente, el cordel de Santillana, salvado el trazado del tren de alta velocidad y la circunvalación SG-20, nos depositará en la rotonda del Pastor, junto al parque de la Dehesa de Enrique IV, antiguo descansadero de ganados, hoy excelente lugar para reposar antes de adentrarnos en la ciudad.
Por el arco de Madrid y la calle José Zorrilla (vía pecuaria por la que aún, en contados días del año, podemos ver pasar algún rebaño) se accede al Acueducto.
La Catedral, punto ineludible y obligado para el peregrino, tiene su acceso por la calle Real. Entre sus capillas está la dedicada a Santiago, situada al lado de la que da acceso al claustro catedralicio.
Cerrada por verja barroca fue su fundador el caballero de la Orden de Santiago y Contador de Felipe II, Francisco Gutiérrez de Cuéllar. Su retablo es de los mejores del templo. Obra de Pedro de Balduque, data de 1895. En uno de sus tres cuerpos figura el traslado del apóstol en carreta de bueyes, de un realismo impactante. En el centro el santo con bordón y las conchas. En la parte de arriba a caballo en la batalla de Clavijo contra el moro y en los laterales se observan escenas de su vida.
Distintas iglesias guardan esculturas o pinturas con la figura del santo. Pero hay que hacer mención especial a los frescos románicos de San Justo (en la bóveda del presbiterio y en su vertiente norte, cierra una composición la figura barbuda y nimbada de un mártir con palma, símbolo del martirio y vieira en la cabeza) y al monasterio de El Parral (corona el pétreo sepulcro del Marqués de Villena un Santiago a caballo; también podemos verlo en una de las jambas de los ventanales que dan luz al presbiterio).
La calle Desamparados, frente al enlosado de la Catedral, desciende hacia el paseo de San Juan de la Cruz, despidiéndonos de la capital, como no podía ser de otra manera, por la Puerta de Santiago, una de las cinco puertas que tuvo la ciudad y antiguo refugio de pobres caminantes…. En sus aledaños se encontraba la Iglesia de Santiago de la que tomaba nombre, desaparecida en 1836.
Pasado el puente castellano, que salva el río Eresma, en el barrio de San Marcos, hemos de tomar la empinada cuesta que conduce al barrio de Zamarramala. A nuestro paso quedará la Iglesia de la Veracruz y en el alto, la Ermita de San Roque, avanzadilla del caserío, hará de anfitriona. La famosa plaza de las Alcaldesas conduce a la Iglesia de la Magdalena. Desde ella nos dirigiremos hacia las eras del cementerio para dejar el término municipal camino del próximo objetivo: Valseca.
Nuestro deseo: que lleguen con bien al Campus Stellae y apoyen los cinco dedos de la mano en la columna del árbol de Jesé del parteluz del Pórtico de la Gloria que conduce a la tumba del apóstol Santiago.
Juan Pedro Velasco