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28 Nov 2019  
 

 

 

En 1911, uno de los escritores más relevantes de nuestra literatura, Miguel de Unamuno visitó el Acueducto de Segovia y le dedicó unas preciosas líneas, compiladas en su libro  “Por tierras de Portugal y España”. Os las dejamos a continuación: 

“Hace cuatro días he vuelto a ver el acueducto de Segovia, esa obra de romanos que es una de las maravillas monumentales de España y uno de sus pocos monumentos de orden civil. Viéndolo se comprende el valor del dicho vulgar “¡esto es obra de romanos!”, y aquel apelativo que se le dio a Roma llamándola “pueblo rey”. Porque es obra de veras regia y verdaderamente popular. Ahora, lo que en ninguno de nuestros viajes a Segovia hemos averiguado es como le llama el pueblo. Que de seguro no acueducto. Porque acueducto es un vocablo erudito o culto, cuya forma vulgar es aguaducho. Pero aguaducho se le llama a una avenida de aguas, a una inundación, y también, sobre todo en el mediodía, a un puesto de venta de agua.

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Fotografía: Alois Beer 1906. El Acueducto en la fotografía. Colección Sáez-Laguna.

Arpa de piedra le llamó Zahonero al colosal aguaducho de Segovia, aunque de seguro no canta el viento, por fuerte que sople, entre sus arcadas. En torno de ellas chirlean los vencejos, que ponen entre sus piedras sus nidos. Porque esas piedras amontonadas tácticamente sin argamasa alguna, achaflanadas por aguas y soles y vientos de siglos, conservan su individualidad cada una de ellas y son como otros tantos soldados de una legión en orden de batalla quieta. El aguaducho de Segovia tiene algo de un az (no de haz) romano armado de todas armas. Y para llevar agua al campamento o a la ciudad.”

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Fotografía: Alois Beer 1906. El Acueducto en la fotografía. Colección Sáez-Laguna.