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07 Oct 2018  
 

Un centenar de personas disfrutaron de una vista única del monumento a doce metros de altura

 La perspectiva importa a la hora de vislumbrar un monumento, y si el Acueducto es inmenso desde los pies de sus pilares impresiona aún más desde lo más alto, donde la mirada puede recorrer el camino del canal por donde corría el agua en la época romana. Un punto de vista propio para los pájaros que anidan entre las piedras y alejado para los humanos que tienen que conformarse con levantar la cabeza y admirar el monumento icono de la ciudad.
Un centenar de segovianos pudieron disfrutar ayer de una vista privilegiada del centro urbano desde el punto más alto que alcanza el Acueducto en la parte de la Plaza de Día Sanz, gracias a una plataforma que asciende entre doce y catorce metros. Los nervios en la cola eran palpables, no solo por montar en la grúa y alejarse del firme, sino también por el escenario único que solo puede apreciarse una vez al año. Y es que además de ver la parte más escondida del monumento, que es el canal, la panorámica ofrece una estampa inigualable de la Catedral y las torres de las iglesias de San Martín y San Miguel. También de la muralla, que se extiende perpendicular a la línea que traza la gran estructura de granito que cruza Segovia.
En turnos de cinco a siete personas, los asistentes a esta actividad enmarcada en las Jornadas del Acueducto tuvieron unos diez minutos para disfrutar de su posición privilegiada'Selfies', fotografías en familia y vídeos para presumir en las redes se mezclaron con los comentarios de asombro de los vecinos de Segovia, que reservaron su plaza para descubrir otra forma de ver su ciudad. Y es que en su mayoría fueron segovianos quienes participaron en la visita, aunque algunas plazas que no se cubrieron por la tarde fueron aprovechadas por los turistas que al pasear por la zona se interesaron por la inusual actividad. En todos los idiomas posibles preguntaron sí podían subir a la plataforma a la encargada de la Oficina de Turismo, quien reconoció que esta vez el interés es mayor al haber más afluencia de gente en las calles, puesto que el año pasado llovió el día escogido para ascender a lo más alto del monumento.
La forma de subir a la plataforma fue el punto más complicado, al ser esta una estructura utilizada para obras y tener unas escaleras que requieren cierta agilidad. «Lo que da más miedo es el sistema de subir a la plataforma», confesaba Ana de la Cruz, quien acudió junto a su familia para contemplar el Acueducto a sus pies. «Lo demás está genial», comenta a Raúl Alonso, su pareja, quien invita a su hija Marta a imaginarse «el agua corriendo por aquí».
Vista de la Catedral
El traqueteo de la plataforma y el pequeño vaivén que mantiene en lo alto dio algún pequeño susto a los más afectados por el vértigo. Eso sí, sin impedirles ser testigos del marco incomparable que tenía la Catedral al aparecer entre uno de los arcos durante el ascenso y el descenso. La posición tan cercana de la plataforma al monumento, pues casi se podía tocar extendiendo el brazo, hizo que el largo recorrido de la estructura hasta la plaza del Azoguejo se viera como si fuera un muro, pues los arcos quedan escondidos ante la cada vez mayor dimensión de los pilares. Este efecto, que también puede apreciarse con los pies en la tierra, se debe a que la estructura ensancha los pilares en su zona más alta, porque el objetivo de los romanos, además de construir un puente, fue crear un monumento que representase su grandeza.

 

Noticia publicada el sábado, 6 de octubre en www.elnortedecastilla.es