Hito arquitectónico, atractivo turístico y patrimonio de la Humanidad desde 1985. Su recorrido no sólo se limita a la parte más monumental y conocida.
Hace unos días nos despertábamos con la noticia del descubrimiento de un decisivo sestercio que ha modificado la fecha de la edad del acueducto de Segovia en varios años. Este hecho se ha visto confirmado en un estudio que sitúa la construcción del monumento a partir del año 112 y no en 98, como se creía hasta ahora. Por lo tanto es algo más joven de lo que se pensaba. Un informe se ha hecho público en el reciente encuentro Ciudades Romanas del valle del Duero, celebrado en Segovia en el mes de octubre. Independientemente de su edad, el acueducto de Segovia es una magnífica obra de ingeniería civil romana que sigue sorprendiendo y entusiasmando a todo aquel que lo conoce o ahonda en su conocimiento.
La cara visible de esta obra romana es, sin duda, la parte monumental de la arquería, situada en una de las plazas más concurridas de la ciudad castellana, la del Azoguejo, inamovible a través del paso de los años, en sus casi dos milenios en pie. Pero esta masa de piedras perfectamente colocadas no es ni una cuarta parte del total del trayecto que en su día recorría el agua, desde lo más alto de la montaña hasta la ciudad. Ese trayecto ha sido documentado y ordenado para intentar mostrar una visión completa de esta construcción para transportar el agua tan imprescindible para la sociedad romana y futuro desarrollo de la ciudad de Segovia a lo largo de los siglos.
El origen
Los acueductos romanos tenían tres partes fundamentales en su recorrido: la captación, el canal y el acueducto. En época romana la conducción y el canal se pretendía que fuera soterrado, construido con nudos de mampostería del tamaño de una persona, para que se fuera posible su limpieza. En el caso del acueducto de Segovia sería un canal realizado con un muro de mampostería y cubierto con una bóveda perfectamente impermeabilizada con hormigón de la época romana. Cada ciertos tramos tendría esos pozos de registro para poder entrar a limpiar. Desgraciadamente este canal no está documentado ni hay restos arqueológicos.
El elemento más antiguo son unos sillares de granito cosidos con grapas. Posiblemente se corresponde con las reforma de los Trastámara. Esa represa facilita derivar el cauce del río hacia el canal que luego posiblemente es sustituido por el de 1929. De lo que hay ahora mismo nada es romano. Una vez que entra el agua en el canal entra en el primer desarenados que es totalmente diferente a los otros dos, el de la Casa de Piedra y el de la San Gabriel.
A una hora a pie desde el pueblo segoviano de Revenga se encuentra la construcción del azud del acueducto. En ella se distinguen distintas piscinas para regular el caudal y un muro central, del que parten dos muros perpendiculares, para hacer una primera limpieza. Hasta los años setenta una persona encargada por el ayuntamiento, revisaba todos los días del año el azud.
Según la arqueóloga Clara Martín, el elemento más antiguo de la construcción son unos sillares de granito cosidos con grapas que posiblemente se corresponden con las reforma de los Trastámara. Esa represa facilita derivar el cauce del río hacia el canal, que luego posiblemente es sustituido por otro en 1929 lo que hace pensar que la construcción que ha quedado hasta nuestros días no se ha conservado ningún resto romano.
El acueducto monumental y la parte oculta
La descripción más técnica explica que en su parte más elevada mide 28 metros, con 6 metros de cimientos y tiene dos órdenes de arcos sobre pilares de un total de 167. Hasta principios del siglo XX circulaba agua por encima del acueducto y hasta 1930 no se pusieron contadores, lo que se traduce en que durante 1900 años hubo un buen suministro de agua gratuito para la ciudad.
Pasear bajo los arcos de este mastodonte de la ingeniería romana es como trasladarse a otra época, a la Roma clásica y a una ciudad donde no vivían más de 5000 personas (ahora poco más de 50.000) en la que el agua era un elemento imprescindible, no sólo para su consumo, sino también para la higiene y el ocio. En su parte más alta, unas escaleras dirigen a la parte final del acueducto de Segovia que se une con el Postigo del Consuelo, ya en la parte amurallada de la ciudad, donde se encuentran los últimos arcos y un estupendo mirador para disfrutar de una panorámica espectacular.
Una buena parte del canal del acueducto también se extiende en el subsuelo de la ciudad de Segovia, es el llamado Canal Madre, que distribuía agua por la urbe. Durante todo su trayecto, insertadas en el suelo adoquinado se pueden encontrar unas pequeñas placas identificativas de bronce con el anagrama del acueducto que guían al turista.
El recorrido soterrado comenzaría en el castellum aquae, o depósito de agua, dirigiéndose a la plaza de la Reina Doña Juana, denominada anteriormente de las Arquetas, por los supuestos registros que se situarían en este lugar. Cruza varias calles de la ciudad hasta allegar a la Plaza Mayor, atravesándola en diagonal hasta la calle Marqués del Arco y dirigirse finalmente al Alcázar, como punto final del trazado.
Noticia publicada en libertaddigital.com