La Chopera
Iniciamos la ruta junto a “la bomba” (antigua fuente de abastecimiento de la población) y cruzamos la carretera para tomar el camino del Pasadero, que sale a la izquierda paralelo a la N-603. A unos 100 m de la última edificación, nos encontramos a mano derecha una portera. Aquí comienza el camino de la Chopera. Es este un camino poco marcado en algunos de sus tramos, por lo que conviene estar atentos a los indicios del mismo en el terreno. Tras cerrar la puerta seguimos recto para cruzar el cauce de un pequeño arroyo y, entre la vegetación, llegar a una pequeña pradera donde, sin cambiar de dirección, se intuye el camino por el que debemos seguir entre el claro que dejan las encinas, árbol dominante en la ruta. En las zonas algo más húmedas y donde el suelo es algo más profundo, aparecen ejemplares de fresnos. El sotobosque está representado por espinos albares, endrinos y rosales silvestres. Si nos fijamos en las ramas de algunos de estos últimos, veremos una especie de “tumores”, las agallas, producidos por la puesta de unas pequeñas avispas.
En el recorrido tendremos unas buenas panorámicas del cerro de La Aldehuela, que queda a nuestra izquierda, denominado así por ubicarse en sus cercanías el despoblado del mismo nombre.
El camino está un poco más marcado cuando atravesamos una zona de arboleda de encinas y pinos silvestres para volverse a difuminar en una pradera con abundante humedad donde crece el poleo en verano. Aquí seguimos de frente, para volver a “emboscarnos” escoltados de nuevo por una arboleda. En este tramo no será difícil ver bandos de rabilargos que van y vienen en busca de alimento.
El camino se va haciendo más patente y llegamos a una portera, que cruzamos para continuar a mano derecha. De frente tenemos el cerro de Cabeza Grande dominando la panorámica. A pocos metros nos juntamos con un camino que viene de nuestra izquierda y continuamos recto. Estamos en un tramo del conocido como Carretera Vieja.
En esta zona es fácil observar durante todo el año al milano real y en primavera y verano al águila calzada y al milano negro. Tampoco será difícil ver grupos de buitres negros y buitres leonados en busca de animales muertos ya que, la existencia de una numerosa cabaña ganadera, genera más posibilidades de encontrar carroña. Pero, sin duda, la mayor suerte que podemos tener es disfrutar del espectáculo de la presencia del águila imperial ibérica que, bien en sus vuelos nupciales o en la búsqueda de su alimento preferido, el conejo, recorre esta zona.
Continuamos recto hasta llegar a un desvío a mano derecha, donde hay instalada una portera, que cerramos a nuestro paso. Este es al camino vecinal a Valsaín, que atraviesa una finca ganadera, denominada la “Finca del Marqués”. El cerro que queda a nuestra derecha se llama “el Calvario”. Por este camino, que discurre en un principio entre plantas aromáticas y, posteriormente entre encinas y pinos, bajamos al pueblo de Revenga.
No podemos desaprovechar las impresionantes vistas que se tienen de la Sierra de Guadarrama.
Cuando llegamos a un rancho, tomamos el camino a la izquierda que desciende entre encinas hasta alcanzar una puerta a través de la cual llegaremos a Revenga.
MIDE
Duración | 1 hora |
Desnivel de subida | 57 m |
Desnivel de bajada | 57 m |
Distancia horizontal | 4,25 km |
Tipo de Recorrido | Circular |
Pendiente máxima | 16,3%, -19,0% |
Pendiente media | 4,1%, -5,2% |
Severidad del medio natural | 1 |
Orientación en el itinerario | 4 |
Dificultad del desplazamiento | 2 |
Cantidad de esfuerzo necesario | 1 |
Tipo de Recorrido | Circular |
Estación de visita recomendada | Primavera y otoño |
Mapa de la ruta
Datos de interés
La “Aldihuela”, “Andihuela” o “Andibuela” (La Aldehuela) es uno de los despoblados existentes en el término de Revenga. Se mantienen todavía los nombres de Camino de la Aldehuela, el Cerro de la Aldehuela y la Fuente de la Aldehuela. En la memoria de los más mayores se ha mantenido la tradición de la existencia de este antiguo poblado. Según diversos documentos, en el siglo XVI todavía se mantenía en pie su caserío.
Las agallas de los rosales silvestres (Rosa spp), están provocadas por la hembra de una pequeña avispa (Diplolepis rosae). Estas avispas carecen de aguijón y tienen un órgano ovopositor que es capaz de atravesar el tejido del rosal. El rosal reacciona creando el tejido que envuelve a los huevos y las larvas se alimentarán de ese tejido, además de proporcionarle protección frente a los depredadores y los fenómenos atmosféricos. Dentro de cada agalla encontraremos diversas cámaras ocupadas por las larvas.
El águila imperial ibérica (Aquila adalberti), es una de las especies más amenazadas que, además, sólo vive en la Península Ibérica. A finales de enero se puede ver a la pareja realizando sus vuelos nupciales siendo fácilmente identificables por el hombro de color blanco. Gracias a los esfuerzos de los últimos años, la especie se está recuperando y cada año son más las parejas reproductoras a pesar de las amenazas que aún hoy pesan sobre ella. De hecho, según el último censo disponible, de 2020, el número de parejas reproductoras de la provincia es de 45, siendo el mayor de Castilla y León.