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Segovia bien merece una parada en el Camino

Y es que además de su Acueducto, Catedral, Alcázar o gastronomía, Segovia envuelve el alma de quien la visita con una luz intensa, la misma que imprime vida y devuelve el latido a las vetustas piedras románicas que configuran la mayor concentración urbana de este arte en Europa.

Esa misma luz fue la que iluminó a los monjes que eligieron la ribera del río Eresma. Dominicos, cistercienses, carmelitas, jerónimos y templarios de la Orden de Malta, se establecieron en sus márgenes tal y como lo atestiguan los monasterios de San Vicente, Santa Cruz la Real, Santa María del Parral, Los Carmelitas o la Iglesia de la Vera Cruz. Todos ellos de sobrecogedor misticismo.

Segovia atesora un envidiable conjunto de iglesias románicas. Quizás entre las más renombradas se encuentren San Esteban por su esbelta torre; San Millán por sus tesoros mudéjares; La Vera Cruz, inspirada en el Santo Sepulcro de Jerusalén y antigua custodiadora de una reliquia del Lignum Crucis; San Justo por su impresionante Pantocrátor y su Cristo de los Gascones (una talla románica articulada única). Así podríamos continuar hasta 19 iglesias románicas de singular belleza.

Este hecho, unido a la conservación de numerosos vestigios de arquitectura civil, entre los que sobresale todo un barrio como el de las Canonjías, y a la impronta que en su trama urbana dejó el Medioevo, hacen de esta ciudad la más románica de Castilla y León junto a la de Zamora.

Mojon Santiago