Paseo por el barrio de los Caballeros
En la vertiente norte del recinto amurallado, podrás descubrir los palacios que fueron residencia de las familias nobles de Segovia. Esta zona también alberga algunos de los museos más encantadores de la ciudad.
Comenzamos nuestro recorrido en la Plaza de San Esteban, interesante conjunto constituido por el Palacio Episcopal (s. XVI), hoy museo y la impresionante iglesia de San Esteban, cuya torre, fruto del románico tardío, está considerada como una de las más bellas del románico.
A pocos pasos se halla la Casa-museo Antonio Machado, ubicada en la calle de los Desamparados.
Siguiendo por la calle de María Zambrano, llegamos a la iglesia de San Quirce, sede de la Real Academia de Historia y Arte y antigua sede de la Universidad Popular. A su lado, en un hermoso palacio barroco encontramos el Archivo Histórico Provincial.
Al rodear el ábside de San Quirce llegaremos al antiguo Convento de Capuchinos, construido en el siglo XVII y adornado con magníficos escudos.
Tomando la calle de los Capuchinos Alta, al final de ella, si giramos a la derecha, encontraremos la fachada del Palacio de Valdeláguila (s. XVI), también conocido como la Casa del Secretario de Felipe II. Su gran portada, con un imponente arco de medio punto formado por grandes dovelas, es típica de las mansiones castellanas.
Enfrente, se erige el recuerdo del antiguo convento de Mínimos, sobre el cual se construyó el Teatro Principal, inaugurado en 1844, que luego se denominó Teatro de la Victoria y más tarde Teatro Miñón.
Cogiendo la calle Trinidad, desembocamos en un rincón apacible donde se encuentra la iglesia de la Trinidad, uno de los templos románicos mejor conservados de la ciudad, con un interior sencillo y auténtico, que conserva valiosas pinturas.
La calle de la Trinidad está flanqueada por casonas con patios y artesonados interesantes, como el del Palacio de los Campo.
Frente a la Iglesia de la Trinidad se erige el convento de las Dominicas, un complejo arquitectónico resultado de varias épocas. Tras sus altos muros de clausura, se conserva el Torreón de Hércules, cerrado a las visitas pero con un importante conjunto de pinturas mudéjares del siglo XIV.
En la plaza de la Trinidad se sitúa al Palacio de los Mansilla, un edificio renacentista que combina elementos románicos, góticos y mudéjares, además de contar con un patio destacado. Hoy en día es sede de una de las facultades del IE Universidad.
Giramos por la calle de la Rosa hasta la calle San Nicolás, y a la derecha, a pocos pasos, encontramos la iglesia de San Nicolás de finales del siglo XII Actualmente es un espacio cultural municipal y próximamente se convertirá en un centro dedicado a la promoción del románico de Segovia.
Seguimos por la calle San Agustín y a pocos metros, llegamos a la Plaza de San Facundo, donde se alzan, entre otros edificios, la Casa del Hidalgo (s. XVI), que conserva su estructura original y alberga el Museo Rodera-Robles, y el Palacio de Villafañe.
A unos pasos de allí, se encuentra la plaza de San Agustín, con las ruinas góticas del convento del mismo nombre.
Regresando sobre nuestros pasos hasta la plaza San Facundo, a pocos metros llegaremos a una pequeña plaza ajardinada que da paso a la Plaza de los Huertos, un espacio arbolado que alberga el Torreón de Arias Dávila (s. XV), que actualmente acoge la Delegación de Hacienda. Esta construcción defensiva es característica de la ciudad.
Seguimos nuestro paseo por la calle del Cronista Ildefonso Rodriguez, donde se encuentra el mercado municipal de los Huertos y llegamos a la Plaza de la Reina Doña Juana, en cuyo centro se encuentra la Casa de los Mercado Peñalosa, parte del antiguo Palacio de San Martín de Enrique IV.
Este edificio fue declarado Bien de Interés Cultural en 2005. En 2020, la Junta de Castilla y León impulsó su restauración para consolidar los restos del palacio, en especial las yeserías que constituyen uno de los puntos de partida de los revestimientos de la ciudad.
Desde 1998, parte del antiguo Palacio alberga el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.
Si continuamos por la calle Angosta, llegamos a la plaza de los Espejos, y en la empinada calle del Grabador Espinosa descubrimos un espacio urbano sorprendente y acogedor que terminará en la llamada calle Real, la arteria principal del casco histórico.
Si decidimos seguir nuestro camino desde la plaza Reina Doña Juana por la calle Domingo de Soto llegaremos a la plaza de Adolfo Suárez o plaza del Seminario presidida por su iglesia jesuítica (finales del s. XVI) y el edificio de la Subdelegación de Gobierno.
La calle del Conde Gazola nos llevará a la calle del Obispo Gandasegui y desde lo alto del Postigo del Consuelo, podemos disfrutar de una impresionante vista de la zona superior del monumento romano.
Una calle empedrada nos conduce a una plaza dominada por el Palacio de Avendaño, flanqueada por los últimos arcos del Acueducto.
Si descendemos por la calle del Arquitecto Odriozola , llegamos a la Plaza de San Sebastián y su iglesia románica.
Desde allí, por la calle de San Sebastián, alcanzamos la Plaza del Conde de Cheste, un núcleo que alberga el mejor conjunto de palacios de la ciudad: la Casa del Marqués de Lozoya, con su portada románica; el Palacio de Quintanar (s. XVI) hoy edificio cultural; el Palacio del Conde de Cheste; la Casa de las Cadenas (s. XV); y el Palacio de la Diputación Provincial o Casa del Marqués de Castellanos y de Uceda-Peralta.
Bajamos por la calle de Luis Martín Marcos hasta la plaza de Colmenares, un antiguo coso donde los caballeros realizaban justas y juegos. En el centro de la plaza, ajardinada y con una frondosa vista del valle del Eresma, se erige el busto de Daniel Zuloaga, realizado por Emiliano Barral.
La antigua iglesia de San Juan de los Caballeros, que alberga los fondos del Museo Zuloaga, es el edificio más destacado de este espacio urbano.
Para finalizar nuestro recorrido, desde la Plaza de Colmenares tomamos la calle Luis Felipe de Peñalosa, que nos lleva hasta la calle de San Juan, donde se encontraba la Puerta de San Juan, demolida en 1888 para facilitar el paso de carruajes.
En esta calle se encuentra la escultura del Diablillo, obra de José Antonio Abella, que recuerda una de las leyendas más famosas relacionadas con la construcción del Acueducto.