El secretario general de Agenda Urbana y Vivienda, David Lucas, ha comprobado la marcha de la intervención, “la más cuantiosa” —9 millones— de cuantas lleva a cabo en la actualidad el Gobierno de España en materia de rehabilitación arquitectónica
Las obras del Teatro Cervantes, financiadas y ejecutadas por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) a través del Programa de Rehabilitación Arquitectónica, han permitido dejar al descubierto la cara interior de la Muralla de la ciudad, exenta de construcciones y elementos adosados, según han revelado las autoridades responsables tras la visita que realizaron ayer para comprobar la marcha de los trabajos de reconstrucción del histórico edificio de propiedad municipal con fachada principal a la Calle Real.
El secretario general de Agenda Urbana y Vivienda, David Lucas, supervisó personalmente el estado de una intervención que comenzó a finales de mayo la unión temporal de empresas Torrescámara-EMR, acompañado por la alcaldesa de la ciudad, Clara Martín; la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones y la subdelegada del Gobierno en la provincia, Lirio Martín, así como el vicario general de la Diócesis, Ángel Galindo.
Trabajos realizados
Hasta ahora, en algo más de tres meses, se han llevado a cabo trabajos iniciales como el acondicionamiento de una parte de la huerta del Seminario Diocesano, adyacente al teatro, para dar acceso a los equipos, materiales y maquinaria necesarios.
A continuación se ha realizado la mayor parte de la demolición de estructuras existentes que interferían con la nueva solución arquitectónica que recoge el proyecto elaborado por el equipo profesional que integran Javier Fuster, Héctor Miguel León y Rosa Muñoz.
Esas labores son las que han permitido ‘liberar’ a la Muralla de elementos adosados, lo que permitirá la puesta en valor del tramo conservado en esta parte de la ciudad.
Además, en la actualidad se están llevando a cabo obras de vaciado del terreno y el siguiente paso será la ejecución de la estructura portante que albergará el nuevo Teatro Cervantes de Segovia.
Los promotores han recordado que esta inversión permitirá la conservación de los elementos tipológicos más relevantes que se conservan pero, al mismo tiempo, Segovia ganará un espacio escénico fiel a la arquitectura más actual, que ofrecerá soluciones adecuadas desde los puntos de vista funcional, formal y técnico y cumplirá con la normativa en relación a los usos previstos.
Complejidad
Los participantes en la visita coinciden en la complejidad de esta intervención en el teatro. “Seguramente estamos ante una de las obras más complejas en su ejecución, no solo por los accesos o por la complejidad misma de la obra, si no por el lugar donde está ubicada (junto a la Muralla y en el casco histórico de Segovia)”, comentó Lucas, que añadió que sí se trata de “la obra más cuantiosa” de cuantas está acometiendo en este momento el Gobierno de España para la recuperación de patrimonio histórico y cultural en el conjunto del Estado.
Por su parte, la alcaldesa, además de manifestar su satisfacción por visitar las obras en ejecución de un proyecto largamente esperado en la ciudad, recalcó su importancia no solo por la recuperación del teatro sino también “porque supone la rehabilitación de un tramo de la Muralla”.
Martín explicó que “tenemos un proyecto muy apasionante por delante y los trabajos van con toda normalidad”.
Para finales de 2025
En este sentido, el Ministerio mantiene la previsión de que los trabajos finalicen a finales de 2025 y el secretario general considera que se desarrollan “a buen ritmo”.
El plazo de ejecución es de 42 meses. El 21 de abril se firmó el acta de inicio de las obras pero los trabajos no comenzaron hasta el 23 de mayo. El procedimiento de licitación se había iniciado en diciembre de 2020 y el 22 de abril de 2021 la Mesa de Contratación del Mitma ya propuso a la UTE formada por las empresas Torrescámara y EMR (Estudios Métodos de la Restauración) para ejecutar el proyecto.
En otoño de 2021 se hizo público que había un problema para el acceso de maquinaria y materiales, y la solución pasaba por una autorización de los responsables del Seminario Diocesano para el uso de parte de su huerta (en la actualidad jardín y aparcamiento). Finalmente hubo un acuerdo económico el pasado mes de marzo.
Molestias
El vicario Ángel Galindo alabó ayer “la buena sintonía” de todas las partes implicadas y reiteró “la buena voluntad” de los responsables de la diócesis para hacer realidad un proyecto cultural que consideran beneficioso para Segovia. Reconoció algunas molestias para las 200 personas, entre empleados y residentes, de los edificios adyacentes (residencia sacerdotal, seminario, oficinas del Obispado, etc.) pero concluyó que son “aceptables”.
Seguimiento arqueológico
La alcaldesa, arqueóloga de profesión, informó de que desde el inicio de los trabajos “ha habido un seguimiento arqueológico exhaustivo por parte de una empresa especializada, con la supervisión del arqueólogo territorial de la Junta”. Comentó también que la roca sobre la que se asienta el centro histórico urbano aflora en esta zona a un nivel superficial, por lo que no ha sido necesaria una excavación arqueológica en extensión, “circunstancia que podría haberse producido, dada la ubicación” (en el recinto amurallado de la ciudad), añadió.
Abundó en este argumento al afirmar que “afortunadamente la Muralla se apoya directamente sobre el nivel geológico, con lo cual se va a poder consolidar perfectamente a pesar de que es una de las zonas más complicadas, ya que uno de los muros laterales del teatro se montaba sobre el paño del monumento”.
De escenario popular a auditorio moderno
La historia del Teatro Cervantes de Segovia comienza en 1921, cuando los responsables del Círculo Mercantil e Industrial de Segovia adquirieron el inmueble completo de la Casa de los Picos para instalar en el sus actividades como sociedad recreativa después del incendio que había destruido su sede, en el número 4 de la calle de Juan Bravo, el 26 de diciembre del año anterior.
Las obras se ejecutaron en menos de un año y el 12 de septiembre de 1923 la compañía titular del Teatro Infanta Isabel de Madrid lo inauguró con la puesta en escena de la comedia en tres actos ‘El paso del camello’, de José Fernández del Villar.
Aunque en sus primeros años compitió con el Teatro Juan Bravo, que se había inaugurado en 1918, por su amplio escenario pasaron algunas compañías de Madrid pero también muchas de aficionados locales y prácticamente desde sus primeros años, también proyectó cine.
En sala de cine se convirtió con los años hasta su cierre en 1984, víctima del auge del vídeo y porque se había quedado anticuado y apenas podía sobrevivir con las funciones de los fines de semana.
El Ayuntamiento de Segovia, en la etapa del alcalde Ramón Escobar lo adquirió en 1996 con la intención de convertirlo en palacio de congresos. Pero fue con un alcalde independiente en una candidatura socialista, Pedro Arahuetes, cuando se iniciaron obras de rehabilitación que implicaron la pérdida de la cubierta de principios del siglo XX, con una bóveda en la que el artista local Lope Tablada Maeso había pintado al fresco escenas alegóricas de estilo modernista y cuya desaparición ha sido objeto de polémica. Esta se vio engordada por la suspensión por parte de la Junta en abril del 2006 de los trabajos por un exceso de altura en la cubierta del edificio.
El proyecto ahora en ejecución ha pasado también por diferentes etapas, primero con el compromiso del entonces Ministerio de Vivienda en la etapa del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que se frustró por la crisis y por el cambio de signo político en el Gobierno de España.
Con la intervención actual, la solución arquitectónica permitirá que el nuevo teatro prácticamente tenga el doble de aforo que el Juan Bravo. Prima, además, la viabilidad de los espectáculos a acoger —prácticamente todas las artes escénicas y disciplinas musicales, desde el ballet a la lírica— pero compatibilizándolo con el valor del entorno, especialmente la Muralla y manteniendo uno de los pocos elementos originales que se conservan, la escalera de acceso de los ‘felices’ años 20.
Fuente: El Adelantado