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Matilde del Amo Castro nació en la madrileña calle de la Paz en enero de 1927, enfrente del Teatro Albéniz. Por parte de padre era hija y sobrina de libreros y editores, mientras que su madre, Dolores, era hija de un militar español y había nacido en Cuba.

La familia vivía encima de la librería y editorial católica “Hijos de Gregorio del Amo”, en la que trabajaban su padre, Mauricio, y sus tíos. Siempre contaba orgullosa que a los catorce años su abuelo, Gregorio del Amo y Gómez, llegó andando desde Morata de Tajuña a Madrid con tan solo un hatillo. Consiguió un pequeño trabajo en la librería en la que cada vez iría teniendo más responsabilidades, hasta que finalmente la heredó, ya que el propietario no tenía descendencia.

Matilde tuvo siete hermanos, pero dos murieron al poco de nacer. Ella era la pequeña de los cinco que sobrevivieron. Tenía nueve años cuando se produjo el golpe de estado de 1936. Los primeros meses de la Guerra Civil, y en especial el otoño del 36 en Madrid, fueron momentos muy duros y angustiosos que se le quedarían grabados de por vida. Su hermano Alejandro, redactor jefe de la revista Signo, fue asesinado en la checa de Fomento con tan solo 23 años y su padre fue detenido, aunque posteriormente sería puesto en libertad.

Tenía entonces nueve años y recordaba que desde su casa oían caer las bombas y vieron caer varias en el edificio de Telefónica. Un día un obús estalló muy cerca y, ante el gran riesgo de permanecer en la vivienda, se fueron a la casa de unos tíos que vivían en la misma calle, pero en un edificio muy grande que daba a la calle Carretas y quedaba más protegido. Entre los primos con los que jugaba habitualmente, estaba su querida prima Montse, de su misma edad. Escritora, premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1978), Montserrat del Amo Gili fue la autora de la obra “La Noche”, que escribió para el montaje de títeres sobre el que Paco estuvo trabajando largos años y que finalmente no pudo terminar.

En cuanto les fue posible, la familia salió de Madrid, gracias a la embajada cubana que les había facilitado la nacionalidad. Pasaron a zona nacional y se establecieron en San Sebastián, donde su padre consiguió trabajo como director de una editorial y allí vivieron durante ocho años.

Matilde contaba que fueron sus hermanas las que la enseñaron a leer y escribir en los meses que pasaron en el Madrid en guerra y ya en San Sebastián estudió en el colegio Nuestra Señora de Aranzazú, de las jesuitinas. Los domingos por la tarde hacían teatro y ella disfrutaba muchísimo. Cuando volvieron a Madrid, tenía dieciocho años y tuvo que hacer el Servicio Social Obligatorio en la Sección Femenina, donde posteriormente encontró trabajo en la organización Coros y Danzas de España.

En 1955 comenzó a trabajar en el colegio Santa María de las Nieves, que había fundado su hermano, el sacerdote Juan María del Amo, como responsable del comedor y del internado. Allí conoció a Paco Peralta, que era profesor de modelado y había llegado a Madrid con una beca para estudiar Bellas Artes en la Escuela de San Fernando, y con el que entabló amistad. Cuando Paco terminaba las clases de modelado y mientras recogía, ella se colaba en el aula. Él le hablaba de Falla, del “Retablo de Maese Pedro”, de su proyecto para hacer un montaje de marionetas para llevarlo a Cádiz, su ciudad natal... Lo transmitía con tanto entusiasmo, que a ella le parecía todo una maravilla.

Todos los fines de curso en el Colegio se organizaban representaciones teatrales y siempre terminaba con una función de las marionetas que hacía Paco y que manipulaban los alumnos. El tamaño y la vocación del Colegio, revolucionario en ese momento, laico de ideario cristiano, que basaba el desarrollo de la persona en la libertad de pensamiento y de elección, fundamentándolo en valores de respecto y convivencia, facilitaba el trabajo con los alumnos, pudiendo enfocarlo más allá de un currículo rígido y predeterminado.

En este ambiente se desarrollaron los talleres de marionetas dirigidos por Paco y se estrenan los primeros montajes. Fue un hito el montaje de ópera de Mozart “Bastian y Bastiana”, que surgió a raíz de un disco de Hispavox que había llevado un profesor del colegio, con una interpretación preciosa cantada por niños de diez a doce años, la misma edad que tenía su autor cuando escribió esta pieza. El primer vestuario lo hizo una amiga de Paco y Matilde, Mary Vega, reproduciendo lo que aparecía en la portada del disco, pero para el segundo montaje, el que actualmente puede verse en la Colección, con marionetas técnicamente superiores, el vestuario lo hizo Matilde. La confección no era fácil, ya que había que hacerlo de manera que el muñeco pudiera tener total libertad de movimiento.

A continuación, fueron llegando otras obras: el “Romance de la Condesita”, el “Retablo de Maese Pedro”, “Los Melindres de Melisa”, “El Clérigo Ignorante”, que también pueden verse en la Colección. Las telas, los encajes, los adornos, los elegían entre los dos. Nada era casual. Seleccionaban los tejidos con un gusto exquisito, dando siempre muchas vueltas hasta encontrar lo que se necesitaba, con la dificultad añadida de que muchos de estos materiales eran delicados y había que coserlos y colocarlos con mucho cuidado para no romperlos. En ocasiones eran encajes antiguos y piezas únicas, complicadas de sustituir.

Matilde, paciente y atenta a las indicaciones de Paco, realizaba una labor imprescindible para vestir y caracterizar a cada uno de los personajes, con un resultado espectacular. El ingenio de Paco culminaba de forma prodigiosa con el vestuario de Matilde, para llegar a escena en todo su esplendor. Y además de la confección del vestuario, Matilde también manipulaba marionetas en las representaciones. Ella y Paco, formaban un equipo perfecto.

Se casaron en 1964 y tuvieron cinco hijas. Matilde, una mujer moderna, independiente con carácter y mucha energía, compatibiliza el trabajo, las marionetas y sacar adelante a cinco hijas. Ella siempre ha agradecido la ayuda de las empleadas del colegio, Leo, Nemesia, Antonia, Rafaela, Valentina, Ciria, que fueron imprescindibles para poder con todo. Y es que el apoyo del entorno del colegio era vital. 

Viajaron para hacer distintas representaciones con alumnos, algunos de ellos terminaron haciendo de los títeres y el teatro su profesión, como Carlos Marquerie, Juan y Carlos Muñoz que fundaron el Teatro La Tartana. También los acompañaba un conserje del colegio, Luis Pereira, que era una persona maravillosa y trabajaba muy bien el hierro, lo que supuso una gran ayuda para montar toda la estructura del escenario para manipular las marionetas de hilo. Paco siempre valoró lo mucho que había aprendido con él.

En 1982, las cinco hijas pasaron a formar parte del grupo, que pasó a llamarse Compañía de Marionetas Peralta del Amo, con la que realizaron representaciones en España y en múltiples festivales internacionales, con los montajes de “Frederick” y el “Romance de La Condesita”, este segundo en la última versión de marionetas de varilla, cuyo vestuario también fue confeccionado por Matilde, y que se puede ver en la planta baja del Museo de Segovia.

Matilde falleció en Madrid a los noventa y seis años, el 23 de enero de 2024. Desde aquí, queremos hacer nuestro homenaje a una vida dedicada con entusiasmo a su familia, a su trabajo y al proyecto artístico de Paco, en el que su aportación fue imprescindible, con una calidad indiscutible y a la altura del trabajo del maestro.